Los inicios del patriarcado
“El periodo alrededor de 3,000 A.C. es un momento crítico en el ciclo del culto a la Diosa. Fue un tiempo en la que las culturas de la Diosa que habían florecido alrededor del mundo empezaron a disminuir. Este periodo también señaló el ascenso de las tribus patriarcales, que reverenciaban los dioses solares, y el inicio de la historia registrada de la humanidad.
El inicio de la desaparición de la Diosa se puede rastrear al final del periodo neolítico y la llegada de la Edad de Bronce y de Hierro. Entre 4,000 y 2,500 A.C., olas sucesivas de tribus indo-europeos del norte de Europa y de Asia central descendieron hacia Europa Occidental, el Cercano Oriente y la India. Esta población de piel clara, nómada y de guerreros que montaban a caballo combatían con armas de bronce. Veneraban a un Dios Padre que venía del cielo. En su naturaleza feroz, este dios solar agarraba rayos que se podrían ver desde la cima de las montañas e iluminando el cielo. Los enemigos principales de este Dios fueros las poblaciones de la Diosa Madre, y sus seguidores invadieron, conquistaron y destruyeron las culturas indígenas de la Diosa.
Estos invasores nómadas, con sus dioses solares fogosos, fueron dirigidos por sacerdotes y guerreros. Se conocieron como arios en la India, hititas y mitanis en el Creciente Fértil, los luvitas en Anatolia, los kurganes en Europa del Este, los achaneanos y luego los dorios en Grecia, y las semitas y los hebreos en Palestina. La evidencia arqueológica indica que a partir de esta época existieron patrones de turbación, incluyendo invasiones y catástrofes naturales que causaron una destrucción masiva de las culturas neolíticas de Europa y el Cercano Oriente.
La criba mito-histórico y excavaciones arqueológicas demuestran la violencia y la destrucción de ocurrió durante este periodo de transición en el entorno de las poblaciones del culto a la Diosa alrededor del mundo. Fueron violadas y masacradas, sus casas y comunidades saqueadas, sus valores y creencias suprimidas. Fueron esclavizadas, explotadas y exiliadas. Mujeres en estas culturas fueron desvestidas de sus posiciones de autoridad política y de su poder de decisión como líderes, y fueron privadas de su autoridad espiritual como sacerdotisas. Prohibidas de funcionar en sus capacidades profesionales y sanadoras, progresivamente fueron desempoderadas en cuanto a la expresión de su sexualidad, inteligencia y auto-suficiencia.
Los tribus patriarcales subieron rápidamente al poder, y construyeron sus civilizaciones encima de las ruinas de las poblaciones que vivían en sintonía con los ritmos de la tierra como Madre y las Luna como Diosa. Impusieron sus ideologías y forma de vida en la gente y las tierras que conquistaron. Riane Eisler en su libro “El Caliz y la Espada” anota que estos tribus invasores se basaban en un modelo dominador de organización social, y que característicamente adquirieron riqueza material no a través de tecnologías de producción si no a través de tecnologías cada vez más eficaces de destrucción. Los valores de la religión de la Diosa, y las contribuciones artísticas y sociales de las mujeres que eran sus sacerdotisas y devotas, empezaron a desaparecer de la cultura, y hubo una regresión de cultura y civilización.”
Texto: Demetra George, “Mysteries of the Dark Moon: The Healing Power of the Dark Goddess”.
Traducción: Sophia Style (¡hecha muy rápida sin revisión!)
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