Los Ciclos y la Lactancia
Aunque no menstruemos, somos cíclicas, y si nos escuchamos y observamos, podemos conectarnos con los arquetipos femeninos en cualquier momento de nuestras vidas. También durante la lactancia. En este texto, Mireia Usart describe su experiencia en relación a la percepción de los ciclos durante la lactancia, un tema sobre el cual nos habéis preguntado muchas veces. Le agradecemos que comparta aquí su vivencia.
Hoy hace tres años que un test de embarazo me confirmó lo que mi ser ya sabía: estaba embarazada por segunda vez, de Berenguer. Una chispa en mi útero algunos días antes me había anunciado la llegada de un ser precioso a mi vida. Y con él la despedida a mi sangre de vida, a mi menstruación… hasta ahora.
Llevo tres años, o lo que es lo mismo, 39 ciclos lunares sin menstruar. Muchas mujeres me dicen «qué bien, qué alivio…» Lo hacen con buena intención, lo sé, pero yo la echo de menos.
Durante todos estos meses en los que no he menstruado he tenido mucho tiempo para pensar y sobre todo para sentir qué sucede con la ciclicidad (con mi ciclicidad), con el paso por los cuatro arquetipos femeninos cuando no hay ovulación, cuando no hay sangre.
No voy a entrar en detalles sobre cómo viví los arquetipos femeninos durante el embarazo, ya que eso lo ha explicado de manera preciosa Júlia, una compañera de la formación ‘El Viajde de la Mujer Cíclica’, en un texto que ha publicado en su web La Ciranda, y que también ha reproducido Sophia en este blog. Yo quería compartir con vosotras cómo me he sentido durante el puerperio, en todos estos días de crianza de mi hijo, que ya ha cumplido 27 meses.
Lo primero que me llama la atención es el hecho de no menstruar porque estoy dando el pecho a mi hijo; la lactancia materna exclusiva, según diferentes investigaciones, es un anticonceptivo natural, siempre que la distancia entre tomas sea menor a ciertas horas, y que el bebé no tome más que leche materna. Ahora bien, aunque mi hijo desde los cinco meses ya come otras cosas, con sus dos años y tres meses sigue tomando teta, mucha, sobre todo si está conmigo en casa, y por la noche. Por eso entiendo que no he vuelto a menstruar, ya que el tiempo máximo que he pasado sin estar con él ni sacarme leche ha sido de 12h, aunque siempre he dormido junto a él.
Aun así, he leído y compartido con otras mujeres en circunstancias muy parecidas a la mía, y la variabilidad me sorprende: hay mujeres que a los 40 días justos después de dar a luz ya están menstruando, otras que a los 6, 10 o 12 meses, la mayoría a los dos años o antes ya han vuelto a su ciclicidad… y yo no. Sólo he conocido a dos mujeres más en mi situación, y aunque no me preocupa sobremanera, me parece muy curiosa esa diferencia entre mujeres.
Según la medicina alopática, esta falta de ciclo se debe a que las hormonas implicadas en la lactancia ocupan nuestra hipófisis y esta no produce las hormonas que permiten el ciclo de ovulación, por lo tanto, no menstruamos. Pero entonces, ¿porqué cada mujer empieza a menstruar de nuevo en un momento tan diferente, aunque demos de mamar?
Si escuchamos a expertos en tantra y medicina china, nos explican algo para mi mucho más poético: mientras la mamá alimenta a su bebé, la sangre, la energía del útero, se sublima en energía del corazón, en leche de amor. Esta explicación me hizo pensar en lo enamorada que estoy de mi bebé; mi cuerpo aun no quiere menstruar, en el fondo y aunque eche de menos mis días de anciana, mi retiro con mi sangre, porque sencillamente quiero estar con mi pequeño, no quiero compartirlo con otro hijo, no todavía.
Finalmente, no podemos olvidar el tema cultural. Una amiga que ha vivido muchos años en la fe judía me explicó que en su culturaes algo normal que la mujer madre de hijos entre los 2 y los 3 años tengan lo que se conoce como amenorrea por lactancia. En algún momento entre los 24 y los 26 meses del bebé, la menstruación vuelve y ya se está preparada para tener otro hijo.
Personalmente, siento que aunque no tengo sangre y sé que no estoy ovulando, mi útero se mueve con la luna, de hecho noto mucho más su energía, sus contracciones agradables, tras el parto que antes.
LA MADRE
Durante el embarazo, gracias al tamaño que el útero alcanza , para mí fue muy poderoso sentir cómo se endurecía de placer, y notar las contracciones de parto. Pero en estos meses posteriores, es como si hubiera creado una conexión con mi útero que ya no se puede perder, una relación de amor para siempre. Siento mi Cáliz Sagrado en consonancia con la luna, se hace grande y abulta mi figura en las noches de luna llena, y en cambio casi no se hace notar en los días de tienda roja, cuando la luna se esconde.
Pero estas sensaciones han ido durante todo este tiempo. Los primeros meses después del parto fueron por supuesto un cambio de vida, un verdadero viaje de la heroína; mi cuerpo estaba anclado en el arquetipo de la madre, nutriendo a mi hijo, cuidando de él. De hecho recuerdo el primer día de «El Viaje de la Mujer Cíclica», cuando Sophia nos preguntó en qué arquetipo nos sentíamos, yo me identifiqué sin dudarlo con el de madre (y mi hijo tenía ya 13 meses). No había, durante ese primer año de puerperio, una ciclicidad en mí, sentía siempre la energía de la luna llena, no dormía mucho porque miraba a mi bebé, a mi marido, los quería mimar y cuidar. Volví a cocinar, me encantaba el olor de las especias, de la cocina… Hasta en mi trabajo me encargaba de cuidar a los demás, de aconsejarlos y escucharlos. Mis habilidades comunicativas también crecieron; no había estado tan tranquila dando una conferencia hasta el verano pasado, cuando Berenguer tenía ya 18 meses y volamos a Varsovia. Anteriormente habría dudado, temblado y tartamudeado, pero esta vez todo fluyó, me expliqué de manera clara y el tiempo me sobró para poder responder a algunas preguntas, el arquetipo de la madre fue generoso conmigo.
LA CHAMANA AYUDA A LA MADRE
Todo empezó a cambiar de manera más notable tras el segundo verano (estación de la madre por excelencia). El otoño se presentó con fuerza, tras mi iniciación como Moon Mother, en la que sentí tanto mi útero que llegué a pensar que estaba a punto de menstruar, reapareció mi chamana. La sentí con fuerza durante mis relaciones íntimas, el sexo era poderoso, me conectaba con la creatividad y la fuerza de una hechicera. También mis relaciones empezaron a cambiar, podía volver a decir las cosas sin tapujos, y me sentía con fuerzas para decir ese «no» que había estado ausente tantos meses. Dije «no» a estar para los otros todo el día, y me dediqué a mí, busqué ratos a solas en los que moldear, meditar o simplemente tomarme un té. También fue la época, ya casi en invierno, de salir de nuevo con mis amigas y sin mi hijo. Y en ese momento sentí a mi doncella. Dulce reencuentro nocturno con mi anterior arquetipo, aquel al que había despedido en el rito de paso más brutal de mi vida, el parto en casa de mi primera hija con sólo 11 semanas, momento triste pero poderoso, en el que supe que ya nunca volvería a ser una niña inocente.
LA DONCELLA SALE A LA LUZ
Una noche con mis amigas miré al cielo, curiosa por confirmar si realmente la luna estaba en cuarto creciente. Efectivamente. Estaba empezando a ciclar con la luna, mi útero se movía al ritmo de nuestro satélite, y yo era feliz, estaba de nuevo conectada con mis arquetipos, con mis cambios de energía, menos perdida. En estos meses desde el pasado invierno he ido anotando mis cambios físicos y de ánimo en mi diagrama lunar, y he podido confirmar que soy de nuevo cíclica, aunque ahora no es mi ovulación la que marca el ritmo, sino la luna.
PERO, ¿Y DÓNDE ESTÁ LA ANCIANA SABIA?
Durante esta primavera, en la que mi hijo ha cumplido dos años, he asistido al nacimiento de mi proyecto como emprendedora, creo que he aprovechado mi arquetipo materno para mimarlo y nutrirlo con mucho amor, y para encontrarme con mujeres preciosas con las que colaborar. Pero ha sido precisamente este nuevo parto el que me ha puesto cara a cara con mi lado oscuro, con mis miedos y mis sombras. Ha sido en estos últimos meses en los que he empezado a notar un descenso de energía notable. Tengo sueño y dolor de riñones, como me pasaba cuando menstruaba. En los días de luna negra, cuando en casa tenemos montada nuestra Tienda Roja, mi espalda me obliga a parar, a tumbarme y tengo pocas ganas de salir de casa. Mis amigas me comentan, curiosas, que con esta energía parece que esté menstruando, y me proponen que les llame cuando la luna crezca. Realmente, con esta primavera, y ahora ya en pleno verano, me he encontrado con mi anciana, con mi necesidad de parar y reflexionar. Y siento que en breve me encontraré también con mi sangre querida.
Quiero terminar indicando que, por supuesto, esta reflexión es totalmente personal, y que me encantaría compartir con vosotras cómo cada una ha vivido esta época respecto a su ciclicidad, cómo han cambiado (si lo han hecho) los diferentes arquetipos o fases, y si habéis experimentado cambios que os hayan sorprendido.
MIREIA USART
Mireia es licenciada en física y pedagoga, especialista en aprendizaje basado en juegos y nuevas tecnologías, campos en los que ha trabajado durante mas de 10 años: “Tras mi maternidad descubrí mi vocación. Así que actualmente me dedico a acompañar a mujeres en procesos de cambio, mediante Terapia de Respuesta Espiritual.»
www.ritualesparanuestroshijos.com www.lasmujeresdelaluna.com info@mireiausart.com
¿Te apetece responder a la propuesta de Mireia y explicar cómo has vivido esta época de puerperio, de lactancia, respecto a tu ciclicidad? Te invitamos a compartir tu comentario.
Me ha gustado tu artículo, seguiré leyendo el blog, abrazos.
Me ha maravillado lo de: Si escuchamos a expertos en tantra y medicina china, nos explican algo para mi mucho más poético: mientras la mamá alimenta a su bebé, la sangre, la energía del útero, se sublima en energía del corazón, en leche de amor. Esta explicación me hizo pensar en lo enamorada que estoy de mi bebé; mi cuerpo aun no quiere menstruar, en el fondo y aunque eche de menos mis días de anciana, mi retiro con mi sangre, porque sencillamente quiero estar con mi pequeño, no quiero compartirlo con otro hijo, no todavía.
Hola Hélène! Qué alegria leer tu comentario, tu experiencia entorno a la lactancia y las fases… me ha emocionado, he visto puntos en común que a mi también me reconfortan, y otros que me enfrentan con trabajos que debo hacer, como el hecho de sentirnos culpables por «escapar» de ese arquetipo de madre. Efectivamente, este es un tema del que no hablamos mucho, y ciertamente hay pocas mujeres que tengamos una falta de sangre durante un periodo tan largo, eso no ayuda a compartir, verdad? 🙂
Un abrazo muy fuerte, espero que podamos seguir en contacto, y que nuestras experiencias sirvan a muchas mujeres.
Ola!
Sou brasileira e não sei escrever em espanhol muito bem, no entanto ler é mais tranquilo para mim, por isso irei escrever em português e se tiveres qualquer dúvida, pode enviar tua pergunta.
Estou me sentindo muito grata por ter chegado até mim esse texto. Não menstruo também há 2 anos e 6 meses, desde a gestação da minha primeira filha, Aurora. Agora ela tem quase 1 ano e 9 meses. Até agora eu não sabia de nenhuma mulher que havia estado tanto tempo sem seu ciclo. É um alívio para mim saber de toda essa tua experiência, porque eu confesso que ainda me sinto um pouco perdida em relação a isso.
Agora sinto que eu devo ter pulado o arquétipo de mãe para os outros, pois desde que minha filha nasceu, eu dei toda atenção para ela mas sinto que diante das outras pessoas eu me via muito mais como uma filha ou uma loba querendo proteger a ninhada. Há 1 cilo e meio de lua eu me sentia totalmente em introspecção, até com medo de me relacionar com outras pessoas que não fossem meu companheiro e minha família. Estava tudo escuro e quase sempre que eu me via em um grupo de pessoas, ficava quieta e acoada, recolhida, com medo de socializar. Quando isso acontecia, eu me sentia culpada por ser quem eu era.
Até que durante a lua minguante de julho, aqui no hemisfério sul é inverno, eu tentei colocar o medo de lado e me juntei a um grupo de treinamento de sacerdotisas da Deusa, em que o primeiro momento foi de conexão com o portal do Norte, da Terra. Enfrentei os medos de estar em grupo, enfrentei a sombra que dizia que eu era menos e vários processos de autoamor chegaram até mim. Senti que era hora de reavaliar a mãe que eu estou sendo para mim mesma.
Ainda assim, agora, lua minguante de final de inverno que muito parece uma primavera, me pego ansiosa por alguma coisa que não sei o que é. Sei que guardo dentro de mim uma ansiedade de saber qual é o meu trabalho, a minha missão.
Sobre a lactancia, estou cada vez diminuindo mais, hoje dou mamá para Aurora apenas uma vez no dia, antes de ir dormir. Faz 1 ano que tenho fortes dores nos ombros e a clavícula inchada, e essa dor está diminuindo a medida que diminuo o mamá. Não sei ainda ao certo o que isso significa. Provavelmente foi uma sequela por querer pular etapas, mas não sei. São coisas que eu ainda preciso ver, trabalhar dentro de mim, mas por enquanto a melhor solução foi diminuir as mamadas.
Agora me recordo que a decisão e a diminuição das mamadas aconteceu durante a lua nova inicio de crescente, bem quando me senti mais voltada para os cuidados comigo mesma, e foi exatamente durante o segundo encontro do Treinamento de Sacersotisas, em que vivenciamos o portal do Leste, do Ar, na lua crescente. Fiquei dois dias seguidos, de manhã até o final da tarde, sem ver a minha filha Aurora.
Eu não tinha percebido antes de te escrever que também estou caminhando com a lua. Mas estou sim, percebi que durante a lua cheia estive toda materna, e agora na lua minguante me sinto meio perdidona. Porque será? Hoje de manhã eu e meu companheiro tínhamos aula de capoeira(durante a aula a nossa filha fica com cuidadoras e outras crianças na mesma casa, a Casa Matrioska). Mas hoje eu não tava nem um pouco afim de ir, e estava me sentindo mal por faltar ao treino, mas agora que li teu texto e que estou escrevendo como me sinto, fica óbvio que eu queira estar mais recolhida, já que estamos minguando! Passei os primeiros dias depois da lua cheia fazendo uma faxina na casa, limpando tudo, tirando o pó, limpando por dentro e por fora e agora é tempo de descansar.
Gracias por compatir tua vida e por dar-me a oportunidade de compartir a minha. É uma benção, uma sanação! Eu estava toda perdida e agora me sinto muito melhor!
Eu não sei se minha menstruação vai descer logo já que não estou mais produzindo tanto leite, mas ao mesmo tempo me sinto reconfortada por estar mudando com a lua.
Com amor,
Hélène Bitencourt Sperandio