«Hestia fue la diosa del hogar y los templos. Es la menos conocida de las diosas del Olimpo. Su equivalente romano fue Vesta. No fue representada en forma humana, sino como una llama ardiendo en el centro de la casa, el templo o la ciudad. El símbolo de Hestia era el círculo. Un fuego sagrado en el centro del hogar que se sentía espiritualmente, que proporcionaba calor e iluminación.
Hestia era la mayor de las tres diosas vírgenes. Pero al contrario que Artemisa o Atenea, ella no salía al mundo. Permanecía dentro de la casa o del templo.
Las diosas ‘vírgenes’ tienen la cualidad de ser completas en sí mismas, y todas tenían la capacidad de enfocarse sobre lo que les importaba y concentrarse en ello. Hestia se concentraba en su interior, en su experiencia subjetiva interna.
La manera de percibir a Hestia es mirando hacia dentro, y sintiendo de forma intuitiva qué es lo que pasa. Poniéndonos en contacto con nuestros valores, y en lo que tiene significado desde el punto de vista personal. Ésto también lleva a la comprensión interna del carácter de las demás personas y a poder ver el significado de sus acciones.
Hestia también puede desapegarse emocionalmente de los demás, como Artemisa y Atenea, busca la tranquilidad serena que encuentra más fácilmente en soledad.
Es el arquetipo activo en las mujeres que consideran que llevar la casa es una actividad llena de sentido. Una mujer que tiene un sentido de armonía interna cuando realiza las tareas cotidianas, está en contacto con este arquetipo. Atender los detalles del hogar cotidianos es una actividad que centra, equivalente a la meditación. Cuando lava o pliega a ropa, o pone en orden las cosas, siente que se absorbe sin prisas y llena de paz en cada tarea.
Cuando este arquetipo está presente en una mujer, los acontecimientos no tienen el mismo impacto en ella que en otras personas. Esta mujer no está “apegada” a la gente, a los resultados, a las posesiones, o al prestigio o al poder. Como su identidad no es importante, no está atada a las circunstancias externas.
El desapego le da una calidad de “sabia anciana”. Es como un familiar mayor que lo ha visto todo y lo ha atravesado sin que disminuya su ánimo y con su carácter templado por la experiencia.»
Texto: Jean Shinoda Bolen, del libro «Las Diosas de Cada Mujer».
Imagen: Hestia, de Pamela Matthew
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genial !! completamente identificada!!
Me siento totalmente identificada! me alegra haber descubierto esto.
Gracias por compartirlo y un abrazo!
Gracias por compartir!
Me encanta e identifica.
Muchas gracias por el artículo. Me ha emocionado porque en cada palabra me iba sintiendo identificada. Me sentí aliviada al ver que mi forma de ser era un arquetipo y no una especie aparte… Un abrazo.