Un texto de Gemma Polo Pujol
Una mujer llena de vida y amante de la naturaleza me pidió que la acompañase a morir. Mirándome profundamente, me dijo que deseaba hacerse amiga de su alma y verse a sí misma con ojos de amor infinito, para poder dejar su cuerpo sin rencor.
Ella era médico de profesión y nunca accedió a creer en nada que estuviera más allá de lo tangible. Le dije que sí, que andaríamos este camino juntas hacia la luz.
Nos regalamos varias mañanas paseando al sol y bañándonos en el mar, mientras me compartía sus miedos y empezaba a poner palabras a la sutilidad de su alma.
Se abrió a recibir sesiones de baño de sonido en las que ella se tumbaba en relajación completa, y poco a poco fue creando su lenguaje propio entre el mundo de lo conocido y el mundo del misterio.
Cada vez tenía menos miedo y más aceptación y serenidad.
Cocreamos juntas algunos rituales sencillos para superar el peso de la responsabilidad que ella sentía por las emociones y el dolor de la gente que ella amaba.
Con la ayuda de lo simbólico y del poder clarificador de los rituales, logró soltar a niveles cada vez más profundos, hasta encontrar la paz.
La última vez que la vi en la cama del hospital, a pocas horas de dejar su cuerpo, estaba profundamente agradecida por el camino que habíamos andado, y suavemente me dijo, mientras sonreía: “Es muy difícil, pero lo estoy haciendo, estoy andando serenamente hacia allí.”
Gemma Polo Pujol
https://gemmapolopujol.com/
Junto con Gemma ofrecemos una nueva formación presencial para mujeres que quieren acompañar a otras personas en momentos de transición profunda, desde el nacimiento hasta la muerte.
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